22 de junio de 2022
Es una buena práctica dedicar un rato cada noche a reflexionar sobre un paciente. Tomar notas sobre qué vimos en la sesión y cómo me sentí yo sobre el tema tratado. Esta es una disciplona que nos enseñó Freud. Cada noche se sentaba en su sillón, fumaba un puro y se dedicaba un rato a pensar... te invito a llevar tú también esta rutina, y anota tus conclusiones en el expediente.
ELLA…
Ella terminó su primera consulta con más preguntas que respuestas. ¿Qué ocurrió aquí?, la señora de tez pálida estaba sintiendo el mismo miedo que yo, también a ella las palabras le rasgaban la garganta. Entre el dolor y el espíritu, la palabra, la escucha, el contacto. Quizá sus lágrimas no eran por su problemática sino por esas frases que la lastimaban al salir por su boca, se decía al caminar de regreso a casa.
Entre el consultorio y el hogar de Ella había un parque de grandes y viejos árboles, cuatro bancas y muchas ardillas. Se sentó a la sombra de uno de esos árboles, suspiró y reflexionó sobre lo ocurrido en el nuevo santuario de dos. A dos calles de la avenida Murillo Vidal en Xalapa, en un edificio de consultorios médicos con una recepción hermosa en donde ofrecen agua y café a todos los que esperan mirando una pantalla grande y revistas en la mesita de centro. Ocurrió que toda la teoría aprendida, no cabía en este envase: una persona con sus propias percepciones. La densidad de los conocimientos se volvió agua frente a Ella, con la inseguridad de lo que eso significaba, y tomaron la forma de aquel frasco.
Tardó treinta y dos minutos en darse cuenta de ello. Sintió miedo, miedo a la flexibilidad con cara de equivocación, a no ser suficiente, a no ser merecedora del "sillón de enfrente", miedo de no distinguir una situación diagnosticada y estudiada en libros, de sentir la comparación del “anterior terapeuta” de la señora de la tez pálida… de vivir sus silencios, y los vacíos que descubrió con ellos. Expresado de manera sucinta, fue un encuentro valiente con sus propios muertos vivientes.
De pronto sintió un balde de agua fría en el rostro cuando, además de sus miedos, reconoció que, en su intervención, su primera intervención, recordó los preceptos filosóficos y no perdió de vista que las figuras aparecían frente a ella provocando un palpitar emocionado, ¡estaba sucediendo!
Esa tarde comprendió que había comenzado la gran aventura de su vida y lo mejor que le ha pasado; de hecho, lo que la salvó del ostracismo en el que vivió hasta el día en que entró al mundo del Nosotros, a donde se va con un Yo al desnudo, y en el que se recibe al otro Yo, que también tiene la necesidad de desnudarse para sentir desde la piel, el contacto con Otro. La ropa estorba, los prejuicios también; los miedos son tan válidos como la alegría, las lágrimas se guardan en frasquitos pequeños con el nombre de cada paciente y se forman en las memorias que se acarician de tanto en tanto. Las flores recibidas por el pago de quien no pudo hacerlo con dinero, se extienden delicadamente entre libros, se ven secar para luego hacerse cuadro y formar parte de la decoración de las paredes y del alma… se teje una historia con muchos retazos.
Lo increíble es que lo mismo hace cada persona que ha favorecido a Ella con su confianza. Historias, historias sentidas, historias compartidas. Dos Yoes que se tocan en el momento preciso como pompas de jabón al aire.
YO TAMBIÉN SOY UNA CAJA DE PANDORA
Miedos, muchos miedos han atravesado por mi ser cuando ocurre lo que yo he nombrado “abrir la caja de Pandora” de la conciencia de mis pacientes y veo salir mariposas y murciélagos de ella, y siempre me pregunto si soy la terapeuta correcta para esta nueva persona…
Lo reflexiono, reconozco las sombras que emergen con cada personalidad y sus casos, y me cuestiono si puedo detener mis proyecciones para no empujar, no juzgar y solo acompañar… ¡Y me dejo sorprender!
Vivo la novedad con todo mi ser. Cuando miro a alguien nuevo solo pienso, cuéntame tu historia y muéstrame una forma más de cómo vivir la vida, enséñame que yo aprenderé; nos reiremos y lloraremos juntos. Yo también soy una caja de Pandora.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
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